Amaya tiene grabadas en vídeo momentos de las cuatro relaciones sentimentales que marcaron su vida. Filmaciones de los últimos 20 años: desde el primer amor a los 18 años, hasta sus actuales 38. Frente al deseo de ser madre, escribe una carta audiovisual a sus futuros hijos. Esto supone un viaje a su pasado que desgrana las fases del amor, el reto de las relaciones a distancia y el choque entre las ilusiones y las frustraciones o la culpa.
Una película que combina documental y animación, lo real e íntimo, con lo expresivo. Una cinta aparentemente personal e íntima, donde el viraje y la evolución de la protagonista se pueden leer también desde un prisma antropológico o político, reflejando el cambio del papel de la mujer en las relaciones íntimas.