1845. En medio de la oscuridad, se enciende la llama de la esperanza. El joven Kim Dae-Geon recibe la llamada de la vocación tras conocer el ejemplo de un sacerdote francés. Es así como, lleno de curiosidad y acción, viaja junto a sus compañeros de seminario Choi Yang-eop y Choi Bang-je a Macao para formarse y convertirse en el primer sacerdote y mártir de la historia de Corea del Sur.